Dios siempre le ha dado a su pueblo imágenes visibles de sus promesas para confirmar su realidad y su fidelidad para cumplirlas. En el Antiguo Testamento, le dio a su pueblo la circuncisión y la Pascua. En el Nuevo Testamento, nos dio el bautismo y la Cena del Señor (Col. 2:11-12).

“El bautismo es principalmente una declaración de Dios a nosotros, no de nosotros a él. Es en este sacramento donde simboliza y sella una obra de gracia que realiza en el contexto de una comunidad que ha establecido”. (Lyle Bierma)

 
 

En La Travesía practicamos lo que llamamos “bautismo pactual”. Esto significa que creemos que la Palabra de Dios enseña que el bautismo es una señal que apunta menos a nuestra propia declaración de fe y más a las promesas de Dios a su pueblo en el evangelio. Si bien reconocemos que el sacramento del bautismo es un medio gracia que significa y sella nuestra unión con Cristo, creemos que una persona no necesariamente es salva en el momento del bautismo. Solo Jesús puede hacer salvarnos, obrando por el poder de su Espíritu Santo, cuando y como Él quiere.